OPINIÓN Escribe Mariano Vila

| 19/09/2015

Río Negro, Neuquén y Scioli

Scioli construye poder a futuro. Bien o mal, pero lo hace. Porque avizorando que podría llegar a ser presidente, teje alianzas no sólo con los que pertenecen a su espacio político, sino también con aquellos que podrían ser autoridades y que no necesariamente pregonan las mismas ideas.

Río Negro, Neuquén y Scioli
En más de una oportunidad he mencionado que cada elección se vale por sí misma y a veces existen pocos puntos en común entre una y otra. No sólo porque se desarrollan en fechas diversas, se eligen distintas autoridades y con un escenario socioeconómico que varía según el momento del año; sino también porque los intereses de quienes están en carrera se mueven al compás de los jugadores nacionales en la mayoría de los casos.

Los gobernadores de Neuquén, Jorge Sapag, y Río Negro, Alberto Weretilneck son claros ejemplos del pragmatismo político que puede verse en estos días. El primero, por medio de su actual ministro de Economía, Omar Gutiérrez, logró mantener la provincia en manos del MPN (Movimiento Popular Neuquino) que la gobierna hace 50 años de manera ininterrumpida. El segundo apunta a tener un modelo de partido similar al neuquino, acaba de ser reelecto gobernador y buscará relanzar la gestión provincial después de cuatro años muy convulsionados por temas no necesariamente políticos.
Cada uno de estos gobernantes durante sus respectivas campañas electorales enfrentó como como parte de la oposición al Frente para la Victoria. En Neuquén fue Ramón Rioseco, actual Intendente de Cutral Có quien disputó la gobernación con el heredero de Sapag. En Río Negro, Miguel Angel Pichetto, senador nacional, quedó bastante lejos de Weretilneck, que aglutinó a casi todos los partidos vecinales, parte del radicalismo y algunos sectores del peronismo.
Trasladando la puja de poder en ambas provincias hacia la contienda nacional que se acerca, cómo podríamos explicar los comportamientos de dichas autoridades sobre al candidato nacional del Frente para la Victoria, Daniel Scioli. Ambos gobernadores ya demostraron su alineamiento con él tras haber sorteado las elecciones en sus respectivos distritos. Hasta este momento, ninguno había optado por pronunciarse sobre su "favorito”.
Prefirieron provincializar la contienda y aferrarse a sus gestiones locales antes de generar un vínculo nacional (a pesar de la foto del gobernador rionegrino con el candidato por UNA, Sergio Massa) que los pudiese exponer o comprometer a futuro.
Por otro lado, desde el punto de vista de la estrategia sciolista, el ex campeón de off shore se jugaba más, en términos políticos, en Río Negro que en Neuquén. Básicamente porque uno de sus principales operadores desde que mostró interés por ser candidato a Presidente fue precisamente el senador Pichetto. Desde el Congreso y desde su campaña provincial, defendió la candidatura del gobernador bonaerense y por momentos hasta trató de acercar posiciones con el ala más kirchnerista del peronismo actual, con todo lo que ello implicaba para el rionegrino. 
 
Por lo tanto, la derrota de Pichetto le pudo haber significado más por lo que apostó a él y lo que representaba en su armado, que el tercer puesto de Rioseco en Neuquén. Si bien orgánicamente mostró un -tibio- apoyo hacia la candidatura de este último, nunca ocultó que mantenía una muy buena relación con el Gobernador Sapag. En el caso de Río Negro, previendo tal vez lo que podía llegar a pasar y sin evitar dejar en claro que el Senador era su candidato (después del "…por qué Soria o Pichetto, por qué no Soria y Pichetto”) nunca fue muy opositor a Weretilneck al menos en sus declaraciones.

Scioli construye poder a futuro. Bien o mal, pero lo hace. Porque avizorando que podría llegar a ser Presidente (claro está que primero debe ganar la elección, y si fuese por él en primera vuelta obviamente) teje alianzas no sólo con los que pertenecen a su espacio político, sino también con aquellos que podrían ser autoridades y que no necesariamente pregonan las mismas ideas. Algo similar está ocurriendo en Mendoza actualmente, con el gobernador electo de tinte radical, Alfredo Cornejo a pesar de que Mauricio Macri tenga a la provincia cuyana como un ejemplo del "cambio”. Lo mismo podríamos decir con Juan Schiaretti en Córdoba que si bien mantiene una relación formal "y peronista” con José Manuel de la Sota, hace lo propio con Scioli porque es él quien gobernará la provincia los próximos 4 años.
 
Esto tampoco quiere decir, como les gusta decir a muchos, que Scioli es la garantía exclusiva de la gobernabilidad. O sea, por más que el peronismo (porque así prefieren llamarlo desde ahora, sobrepasando la construcción de poder que hizo el kirchnerismo como fuerza política dominante) sea quien mayor estructura en el país tenga en termino de construcciones provinciales, no se asegura que esa sea la condición sine qua non para que pudiese gobernar sin sobre saltos. 
 
El candidato "oficial” para el Sillón de Rivadavia tiene mejor respaldo político y más votos (por un tema de volumen en el padrón electoral también) en las provincias del Norte. Tal vez algunos puntos menos obtenga luego de lo ocurrido en Tucumán porque quedó bastante expuesto a los modales del pseudo feudo alperovichista, y por eso también necesite levantar su imagen en la Patagonia. Territorio extenso y menos poblado, pero no menos importante de cara a los próximos años a partir de la producción de gas y petróleo en gran parte de estos distritos.
 
Primero con su figura y luego la de su esposa Karina Rabolini, intenta armar este entramado político con partidos no peronistas que gobiernan algunas provincias de la Patagonia. Lo paradójico quizás puede ser, que los propios gobernadores o espacios políticos electos este año, presumen que Scioli será el nuevo Presidente. Habido de reflejos, desde el sciolismo salen a relanzar los acuerdos actas de compromiso que habían firmado con sus candidatos originales, con quienes serán poder a partir de ahora. Habiendo otros candidatos, prefieren optar y jugársela de alguna manera por el gobernador de Buenos Aires de cara a octubre para obtener, entre otras cosas, garantía de su propia gobernabilidad (?) a cambio de votos en la elección nacional.
 
 
 
Mariano Vila
@MarianoVila
 
 
 
 
 
 
 
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