06/07/2022

Justicia por mano propia: los riesgos del escrache indiscriminado

Justicia por mano propia: los riesgos del escrache indiscriminado

La práctica del “escrache público” surgió en los años ’90, a partir de la frustración social por la imposibilidad de conseguir una reparación en la justicia. En esos tiempos, la intención de denunciar a un victimario se limitaba a pegar algún cartel en las inmediaciones del barrio donde vivía el acusado. Las redes sociales potenciaron esa actitud, la llevaron a extremos increíbles, y mostraron que se trata de un arma de doble filo: ¿qué ocurre cuando el señalado es inocente? La inmediatez que permiten las nuevas tecnologías impide procesar algunas informaciones con algo de rigor.

En el caso del homicidio de Agustina Fernández, fallecida en el Hospital de Cipolletti luego de dos días de agonía, se está dando una situación compleja. Por un lado, la ciudad fue escenario de varios femicidios que dejaron una profunda cicatriz en la sensibilidad social. Y son varios los que quedaron sin resolver. El más resonante: el segundo triple crimen, ocurrido en 2002.

El silencio oficial no ayuda: tiene su justificación, claro, pero para una comunidad tan susceptible es una materia de frustraciones. No hay novedades; de allí, se pasa a la rápida búsqueda de algún responsable. Dos organizaciones feministas de la región ya publicaron la fotografía de Pablo Parra, el dueño del departamento donde se encontró el cuerpo tendido de Agustina. El posteo sostiene: “Es la última persona que estuvo con Agustina! Principal sospechoso”.

Agregan: “Si saben algo, lo que sea, comunicarse a la pág x privado. Estamos en contacto con la familia de Agus!! Exigimos justicia y q las personas responsables paguen, que los fiscales y la policía se empiecen a mover no puede ser que nadie haya visto nada🔥🔥🔥🔥”

Puede entenderse la decisión de buscar justicia y de movilizar otros mecanismos cuando la impresión que se tiene es que existe una pasividad de los organismos legales. Pero hay que pensar en los riesgos que implica. Los comentarios que se publican en esas mismas redes aportan datos que nadie verifica y se toman como realidades; para ir subiendo de tono hasta incitar al pueblo “a hacer justicia”.

Un ejemplo dramático: a fines de 2018, un adolescente de Bariloche fue acusado por una amiga de “abuso sexual”. Los escraches y acusaciones, en público y a través de las redes, le hicieron la vida miserable. Tal vea más de lo que ya se sentía. La desmentida posterior de la chica, su pedido de disculpas, no alcanzaron para frenar la bola de nieve. Pocas semanas más tarde, Agustín tomó la drástica decisión de suicidarse.

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