La modelo habló con profundidad de lo que vivió en su infancia y cómo supo perdonar una vida que desde el principio se presentó muy difícil para dejar atrás rencores y perdonar a sus padres.

Silvina Luna dio un giro bastante drástico dentro de su vida cotidiana. A finales del 2020, la modelo decidió instalarse en Panamá con el objetivo de comenzar una nueva etapa en su vida, radicándose en Bocas del Toro, al extremo sur de la isla Colón, donde comenzó a conectarse con su parte más armoniosa y espiritual.

Comenzó a dar talleres de espiritualidad y coaching ontológico, algo que cambió definitivamente su enfoque y su perfil. Es cierto que para que todo esto suceda hay antecedentes, ya que la ex Gran Hermano debió pasar situaciones que la marcaron bastante y de alguna manera la empujaron a buscar ese giro en su vida.

Una infancia que recuerda con angustia y miedo, con mucho dolor y tristeza, fue el primer detonante. Con el paso de los años y la madurez en su vida llegaron otras situaciones fuertes. Sin ir más lejos, sabido es que hace unos años se sometió a una cirugía estética que le costó caro y puso en riesgo su salud, padeciendo una hipercalcemia contra el que combatirá para siempre.

Pero desde el principio su niñez fue dura, y sobre ello se refirió en una extensa entrevista que realizó en el ciclo 'A solas', además de tocar varios temas de su vida. Los vínculos incluso con sus padres fueron parte de esos matices de una infancia difícil.

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“Mi autoestima fue un trabajo de muchos años. Y todo tuvo origen en mi infancia. Estaba muy sola en ese momento, sin mis papás, sin un consejo que en ese momento me pueda ayudar a tomar otras decisiones”, explicó la modelo. Y agregó: “Yo era una chica alegre pero muy solitaria. Creo que a mí me faltó amor”.

“Los honro y agradezco lo que me dieron, cómo me criaron, pero ellos estaban demasiado inmersos en sus mambos y peleando mucho entre ellos. Creo que no me veían. Si me preguntás cómo me imagino a los 5 años, sería tratando de llamar la atención de mis papás, que me vean, que me escuchen”, confesó.

Recordó también cómo era el trato de su padre Sergio en aquel entonces: “No recuerdo abrazos o mimos suyos, era una persona a la que le costaba demostrar amor y más desde lo físico. Con el tiempo esas marcas aparecen”. Todo parte de un clima de hogar que describe “hostil”, con su padre ejerciendo violencia física con su madre.

“Papá y mamá tenían una relación tormentosa. Imaginate a dos personas grandes que discuten, que se gritan... Quizás hasta en momentos de agresiones y entonces tenés miedo de que a ella le puede pasar algo”, explica Silvina sobre una infancia que rememora con “miedo y angustia”.

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Al cumplir 17 años escapó de casa “muy enojada con él”. Con el tiempo y el paso de varios años, en lo que cuenta que fue un proceso que realizó su padre, se acercaron y recompusieron un poco aquella relación. Y agrega que la relación con su madre “fue al revés”, llevándose muy bien de chica y con el tiempo en un vínculo que se fue complicando. “Fue una gran mochila para mí”, reveló.

A pesar de todo, la modelo destacó el aprendizaje que tuvo y la reflexión que hizo al respecto. “Es muy importante dejar de pensar tanto y tomar responsabilidad de elección sobre qué hacer con esto que me pasó, deshaciéndome de culpas y de emociones que no me dejan avanzar. Yo perdoné a mis viejos. Los amo y los honro con gratitud, porque sé que hicieron lo que pudieron”.