24/06/2022

El femicidio de Yanet Opazo: 29 años sin justicia

El femicidio de Yanet Opazo: 29 años sin justicia

Ocurrió en una tardecita de invierno, en una de las calles del barrio Labraña de Cipolletti. Ya empezaba a oscurecer; Yanet Opazo y Claudina Kilapi regresaban del cumpleaños de una amiga. Venían alegres, despreocupadas. No sintieron la amenaza que las acechaba a la vuelta de la esquina. Un sujeto las esperaba con una pistola calibre 22; cuando las sintió llegar apareció de pronto y efectuó dos disparos. Luego salió corriendo. Yanet se desplomó con una bala en la cabeza y murió en el acto. Claudina recibió otro impacto a la altura del pómulo y después de varios días en terapia intensiva, empezó una lenta recuperación.

Este domingo 26 de junio, se cumplen 29 años de un caso que por su brutalidad conmocionó a la sociedad de la región. La investigación se mantuvo sin avances durante mucho tiempo. Las familias quedaron sin demasiado apoyo y trataron de continuar la causa. Gente humilde y trabajadora, no tenían demasiados recursos para activar la enorme máquina de la justicia.

Eran otros tiempos; otra justicia; otra sensibilidad. La familia Opazo terminó destrozada y decidió regresar a Chile, su país de origen, y hoy casi no tienen contacto con la región. La mamá de Claudina, Carmen Figueroa, sufrió dos ACV’s, quedó ciega y para este aniversario está internada por una enfermedad respiratoria.

El primer acusado por el homicidio fue un ex novio de Yanet, pero las pericias realizadas sobre el arma no coincidieron con el proyectil extraído de su cuerpo. O al menos no alcanzaban para identificarlo. Después apareció en escena Claudio Kielmasz: fue cuando se investigaba el triple crimen de Verónica Villar y las hermanas María Emilia y Paula González. El mencionó que a Yanet la había asesinado su hermanastro.

Después hubo varios testigos que lo reconocieron como un asiduo visitante del barrio y asistente de la misma iglesia donde acudían las víctimas. Otra vez, las pericias sobre el arma no pudieron determinar si había sido la que se usó para cometer el homicidio. Kielmasz fue absuelto por este caso; aunque fue condenado a perpetua por el triple crimen.

Pasaron 29 años. En la última entrevista que concedió a LU19, Carmen Figueroa manifestó que ya no cree en la justicia. “Lamentablemente estoy decepcionada; no se hizo justicia, no se tomó importancia a lo que había pasado. Esto nos destruyó como personas, como familia”, apuntó. Y lo decía la mujer que juntaba las monedas para poder viajar a los tribunales de Roca para averiguar cómo seguía la causa y no siempre era bien recibida. En esos años, todos los casos penales del Alto Valle y del Valle Medio se concentraban en los juzgados locales, que naturalmente se encontraban desbordados.

Familias pobres, sin apoyo institucional, mujeres. La sensibilidad empezaría a cambiar algún tiempo después. Y apareció la figura del abogado querellante, patrocinante de las familias de las víctimas. Algunas veces, solventado desde los mismos poderes públicos, como una forma de acompañar ese dolor. Pero en todo ese tiempo, Carmen estuvo sola.

Claudina sufrió graves consecuencias tras el ataque: durante años permaneció con el proyectil incrustado en su cabeza, a milímetros de sus cervicales. A milímetros de haber quedado parapléjica. Luego, intentó recuperar su vida. El cuerpo expulsó el plomo después de varios años. Estudió. Formó pareja; tiene dos hijos. A ella, la vida le dio una nueva oportunidad.

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