Grave impacto

| 08/11/2021

En el Alto Valle se perdieron 9.000 hectáreas de peras y manzanas

En el Alto Valle se perdieron 9.000 hectáreas de peras y manzanas

La presión demográfica, el desarrollo urbano y la pérdida de rentabilidad de la producción frutícola está achicando la superficie destinada al cultivo de peras y manzanas. En poco más de 10 años, el Alto Valle rionegrino perdió más de 9.000 hectáreas de chacras, sucumbidas a manos de nuevos barrios urbanos, del cultivo de alfalfa o directamente abandonadas a la espera de que la aproximación de la ciudad otorgue otro valor a la tierra.

Según los informes estadísticos que publica el SENASA, entre 2008 y 2020 la región perdió 9.123 hectáreas. A un ritmo de 760 hectáreas por año. Y si tomamos como ejemplo una unidad productiva de 15 hectáreas, tendríamos que 50 productores se alejan anualmente del mundo de la fruticultura. Desde lo social, un impacto muy grande. Desde lo económico, difícil de dimensionar por la pérdida de fuentes de trabajo tanto en la chacra como en el resto de la cadena.

En 2008, el valle rionegrino tenía un total de 39.756,1 hectáreas destinadas a la producción de frutas de pepita (51 % manzanas; 48,5 % peras; 0.5 % membrillos). En 2020, la superficie total se redujo a 30.633 has, una pérdida de 9.123,1 hectáreas en 12 años. 

La ciudad que sufrió el impacto más grande fue Allen: la localidad que es la referencia de la Fiesta Nacional de la Pera tiene en la actualidad 1.586 hectáreas productivas menos que en 2008. Y le sigue General Roca, orgullosa exponente de la Fiesta Nacional de la Manzana pero que en esta serie estadística perdió 1.073 hectáreas, nada menos.

Otras dos ciudades que sufrieron el impacto de su propio desarrollo (y de la crisis frutícola), fueron Cipolletti (que hoy tiene 642 hectáreas menos), y Villa Regina, la sede de la Fiesta Provincial de la Vendimia, con 558 hectáreas menos en actividad.

Otra forma de medir el impacto sobre las chacras es el crecimiento de las áreas urbanas de las ciudades del Valle. Según un estudio realizado por el INTA, entre 2005 y 2016 la planta urbana de General Roca se incremento en un 56 %. Pasó de 2.564 hectáreas a 4.000. Y aproximadamente 1.000 hectáreas se concretó sobre chacras productivas. La similitud de los números corrobora que el proceso sigue dándose, inexorable.

Otra de las ciudades más pobladas de la región Alto Valle, Cipolletti, incrementó su planta urbana en un 68 % durante ese mismo período. Pasó de las 1.292,3 hectáreas a las 2.172,7 hectáreas. Pero el fenómeno no se limitó a las grandes localidades. En este período, Fernández Oro prácticamente cuadriplicó su ejido urbano en una década. Pasó de las 252 hectáreas de 2005 a las 980,1 de 2015. Y los loteos siguen desarrollándose.  Según el trabajo del INTA, en Allen el incremento fue del 21,9%: su área urbanizable se extendió de 1.101 hectáreas a 1.242. 

El mismo efecto se observa en las ciudades ubicadas en la margen izquierda del río Neuquén. Cinco Saltos, por ejemplo, aumentó su área urbana en un 56 %; Campo Grande, el 32, %; y Contralmirante Cordero, un 95 %. Muchas de esas hectáreas que las ciudades sumaron al espacio urbana, fueron chacras abandonadas, con productividad perdida por culpa de la salinización. Pero un gran porcentaje se trató de superficies en producción.

 

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