Empecemos por entender qué es el hidrógeno: un gas que es insípido, incoloro e inodoro; que constituye el 75 % de la materia del universo, pero que siempre se encuentra combinado con otros elementos. Por ejemplo, cuando se mezcla con el oxígeno, forma agua. Cuando se combina con el carbono, forma compuestos orgánicos.

Esta característica hace que se la tenga que producir, a partir de procedimientos que permitan la separación de sus componentes. Por eso se lo llama un “vector energético”.

Los colores que adjetivan al hidrógeno no tienen que ver con sus propiedades, sino con la forma en que se los obtiene y en la huella de carbono que pueden dejar en el aire.

Hidrógeno negro: es el que se obtiene a partir del petróleo o del carbón. En la actualidad, sigue siendo la mayor fuente de hidrógeno y se lo utiliza mucho en la industria petroquímica. Especialmente para la producción de fertilizantes.

Hidrógeno azul: es el que se extrae del gas natural. El inconveniente es que para extraerlo sin huella de carbón hay que realizar un procedimiento que encarece notablemente el producto, de allí que siempre tiene un porcentaje de CO2 para arrojar a la atmósfera.

Hidrógeno verde: se obtiene del agua de mar, mediante un procedimiento conocido como “electrólisis”, utilizando energías renovables. Se lo considera la energía del futuro.

Por qué en Sierra Grande

Una planta de hidrógeno verde necesita de dos condiciones esenciales: la disponibilidad de agua salada (porque necesita de las sales y minerales para poder conducir la electricidad y disociar el H2); una fuente de energía renovable constante. En este caso, la eólica.

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Los pasos se vienen acelerando: el representante de la corporación Fortescue en la Argentina, el ex rugbier Agustín Pichot, anunció que el objetivo es comenzar a producir en 2024. Y el proyecto final incluye la producción de 2,2 millones de toneladas anuales de hidrógeno verde. Destinadas, en casi su totalidad, a la exportación. A pesar de semejante volumen, representa apenas el 10 % de las necesidades energéticas de Alemania, el principal comprador interesado.

Para qué sirve

En la actualidad, el hidrógeno se utiliza en una gran cantidad de actividades industriales: desde la producción de fertilizantes a la refinación de combustibles. Según la Agencia Internacional de Energía, en 2019 se consumieron 70 millones de toneladas fundamentalmente del llamado hidrógeno negro (es decir, con emisiones de CO2 al medio ambiente.

La necesidad ir disminuyendo el impacto del calentamiento global y el cambio climático, llevó a un acuerdo de los países para reducir la emisión de partículas de CO2 derivadas de la quema de combustibles sólidos. Allí comenzó el proceso de búsqueda de nuevas energías que encontró en el hidrógeno verde una alternativa eficiente. Se prevé que los costos de elaboración irán disminuyendo durante los próximos años.