Las intensas lluvias que azotaron el sur de Brasil han dejado una estela de devastación sin precedentes. El balance hasta el momento asciende a casi 60 muertos y 67 desaparecidos, convirtiendo esta tragedia en un desastre climático histórico. La moderna urbe de Porto Alegre, una de las mayores ciudades del sur del país, ha sido fuertemente golpeada por esta catástrofe natural.

El estado de Rio Grande do Sul ha sido el más afectado por las inundaciones. De acuerdo con la Defensa Civil, las precipitaciones han dejado al menos 10 personas muertas y 21 desaparecidas. Además, más de 3.000 personas tuvieron que ser desalojadas en más de 100 municipios del estado, siendo trasladadas a refugios.

Las desbordamientos de los cauces de agua y los deslizamientos de tierra han dejado numerosas carreteras interrumpidas en el estado de Rio Grande do Sul, afectando a casi 300 localidades, muchas de las cuales se encuentran aisladas.

La situación se tornó aún más crítica cuando el río Guaíba, que atraviesa Porto Alegre, alcanzó niveles históricos de crecida. Con una altura de 5,09 metros, superando el récord de 4,76 metros registrado en 1941, gran parte del centro histórico de la ciudad ha quedado inundado. Residentes desesperados intentan evacuar sus viviendas mientras las calles amanecen bajo el agua.

Mientras las labores de rescate continúan, un trágico incidente ocurrió en una gasolinera en la que se abastecían los vehículos de rescate. Una fuerte explosión dejó al menos dos personas muertas. En medio del caos, largas filas de personas se forman para intentar subir a los pocos autobuses disponibles, mientras los conductores de automóviles luchan por abrirse paso entre las inundaciones.

La magnitud de la catástrofe ha llevado al cierre indefinido del aeropuerto internacional de Porto Alegre y a la suspensión de las operaciones. El gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, calificó la situación como "dramática" y "absolutamente sin precedentes". El alcalde de Porto Alegre, Sebastiao Melo, emitió una alerta de evacuación para las comunidades cercanas al río Gravataí, cuyo dique ha comenzado a desbordarse.

Las dificultades persisten debido a las malas condiciones meteorológicas que dificultan las labores de rescate en algunas áreas. Aproximadamente 130.000 personas se encuentran sin agua potable y los servicios de telefonía e internet están interrumpidos en al menos 60 municipios del estado.

Ante esta situación, el gobernador Leite ha solicitado al presidente del país apoyo con recursos federales, incluyendo aeronaves para los rescates. Asimismo, expresó la necesidad de contar con personal entrenado para enfrentar el caos y actuar como en una situación de guerra.

La tragedia que ha dejado el temporal en Brasil no tiene precedentes. Localidades aisladas, puentes caídos y carreteras hundidas son la triste realidad que enfrenta la población. Las autoridades instan a la ciudadanía a evacuar sus hogares si viven en zonas cercanas a ríos o en zonas de colinas, debido al riesgo de deslizamientos.

Las pérdidas económicas en las zonas afectadas se estiman en alrededor de 100 millones de reales. Las fuerzas armadas han desplegado aeronaves capaces de realizar vuelos nocturnos para llevar a cabo rescates en áreas de difícil acceso. Sin embargo, las condiciones meteorológicas adversas hacen que las labores de rescate sean aún más desafiantes.

Las autoridades hacen un llamado a la solidaridad y a la colaboración de la población en este momento tan difícil. La situación continua siendo crítica y se espera que las precipitaciones alcancen niveles récord en los próximos días. La reconstrucción y recuperación de las áreas afectadas llevará tiempo, pero la solidaridad y la respuesta efectiva son clave para superar esta tragedia sin precedentes en Brasil.