Desde el inicio del año, el precio por kilo de pan ha pasado de $400 a sorprendentes $600, afectando el bolsillo de los ciudadanos.  

Uno de los principales factores que han contribuido a esta escalada de precios es el vertiginoso incremento en el valor de la bolsa de harina, un insumo vital en la producción.  

En tan solo unos meses, el costo de este insumo esencial se ha duplicado, ejerciendo una presión significativa sobre los panaderos, quienes se ven forzados a trasladar estos gastos adicionales a los consumidores. 

 Además, hay otros factores que han contribuido a este desequilibrio como los costos de energía, transporte y mano de obra, que también han experimentado aumentos significativos en los últimos meses.  

Es una combinación derivada de una crisis inflacionaria en la argentina que se traslada a todas las industrias como la panadera y afecta a los consumidores. 

Pese a que hubo propuestas que incluyen la implementación de políticas de subsidio para la producción nacional de trigo y harina, hay panaderías que no compran a las industrias subsidiadas. 

Son momentos de desafíos en los que se lucha contra la incertidumbre para mantener los costos. Lo cierto es que, por el momento, el precio del pan sigue siendo una preocupación constante para los ciudadanos.