El cuadro de violencia y constantes agresiones entre los mismos alumnos terminó desbordando al personal docente de un colegio secundario de Cipolletti. Y para poder encontrar una salida, el viernes pasado decidió suspender las clases, una medida extrema que rápidamente llamó la atención del ministerio en Viedma.

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Después de unos días de reuniones intensas con profesores, padres y madres, se logró un punto de acercamiento. Las clases vuelven a partir de mañana, en forma escalonada, con una jornada taller sobre distintos principios de convivencia. Queda la pregunta flotando en el ambiente: ¿se podrá frenar las agresiones con palabras y consejos?

La ESRN N° 35 está ubicado en el corazón del barrio El Manzanar de Cipolletti, y hasta allí llegan 630 adolescentes con su carga de expectativas, ansiedades y frustraciones. Las situaciones de violencia se fueron incrementando en las últimas semanas aunque el hecho que lo hizo público fue una violenta pelea entre dos adolescentes mujeres en plena calle. Allí hubo quienes arengaron, quienes miraron impasibles, quienes filmaron y subieron a las redes. Pero no hubo quien separara.

En forma previa, los docentes habían tenido que lidiar con peleas internas, con la amenaza de un estudiante de ingresar con un arma, y con conflictos personales que buscaban una solución a los golpes. El director del establecimiento, Juan Pablo Quintana, en forma consensuada con el cuerpo de profesores, decidió parar la pelota y suspender las clases. Era un modo de llamar la atención. “El establecimiento es el responsable de lo que ocurra con la seguridad de sus estudiantes, aún cuando la pelea sea afuera de la escuela. Por eso la alternativa fue hacer un alto para ver como salimos de esto”, apuntó.

¿De dónde sale tanta violencia?

Para algunos, existe un entorno que estimula las reacciones de ese tipo. Desde video juegos y canciones a la habitual conducta en redes sociales que generan respuestas cada vez más agresivas. Otros le suman el impacto de la pandemia y de esos dos años de distanciamiento social.

“La pandemia fue un hecho que nos atravesó a todos y volvemos a la escuela como si nada hubiera pasado. Los chicos estuvieron un montón de tiempo encerrados y todos están muy susceptibles. Y resuelven todo a las piñas. No podemos hacernos los distraídos”, reflexionó Quintana.

¿Y cómo se planta la institución frente a esta problemática?

La respuesta oficial desde el ministerio de Educación es que se deben activar los mecanismos de diálogo y participación que están contemplados en la legislación. Una base de trabajo es la guía para la atención de situaciones complejas, donde se esbozan las pautas que se deben atender. “La situación se resuelve con las chicas y los chicos en la escuela”, apuntó la secretaria de Educación de la provincia, Romina Faccio. La funcionaria, junto a la directora de Educación Media, Patricia Licera, participaron de las reuniones con padres y profesores del establecimiento. Hoy, el mecanismo de las sanciones está vedado en Río Negro.

Para los docentes de la ESRN 35 el sistema funciona bien en la teoría, pero en la práctica merecería algunos retoques: “el equipo pedagógico está compuesto por tres profesionales para 10 colegios; tenemos un coordinador de los Espacios de Vida Estudiantil por turno que tienen que lidiar con más de 630 estudiantes, ayudados por seis preceptores; llamamos a los padres y la respuesta es que no pueden venir porque están ocupados”, enfatizan.

¿Redes sociales o vida real?

En las redes, los comportamientos suelen ser brutales. Cualquier excusa puede ser válida para desatar una catarata de insultos y amenazas, totalmente desproporcionadas. Y eso ocurre en cualquier grupo etario. Pero si un adulto está preparado (al menos, en teoría), como para diferencia un mundo de otro, los adolescentes no tienen esa barrera. “Hoy, el ‘me miró feo’ y el ‘me puso un no me gusta’, tienen el mismo nivel para los chicos. Sienten la misma carga de frustración y de respuesta violenta; no pueden distinguir las diferencias entre la virtualidad y el mundo real. Por eso cualquier situación se sale de carril rápidamente”, puntualizó el director del colegio.

También hay otra situación: “cuando atendemos cada caso particular, vemos que cada uno de estos chicos que tienen las conductas conflictivas vienen de hogares con algún problema. El fundamental es que están muchas horas solos y eso es algo que los padres tienen que asumir”, comentan los docentes.

Tras el diálogo entre las partes, el ministerio consintió en crear dos cargos más de Referentes del Espacio de Vida Estudiantil, para que contribuyan a construir los mecanismos de diálogo y participación que necesita la institución. Los docentes, en tanto, elaboraron unos talleres para los estudiantes, para abordar la conflictividad y buscar soluciones que no sean las de la fuerza. Mañana vuelven los más grandes, de cuarto y quinto año. El viernes, los que cursan segundo y tercer año. Y el lunes, los de primero.