“Emergencia hídrica”. En dos palabras, se intenta resumir una situación crítica para el norte de la Patagonia. Los ríos Colorado, Neuquén y Limay, bajan cada vez con menos agua y se encuentran en los mínimos históricos. Las perspectivas para los próximos meses no están claras, pero tampoco son halagüeñas. Sin lluvias a corto plazo y con perspectivas de que la sequía se mantenga.

La Autoridad de Cuencas declaró la “emergencia hídrica” para alertar a la comunidad y a las autoridades nacionales y encarar políticas concretas. “La bajante afectará la disponibilidad de agua, con consecuencias directas en el medioambiente, asociadas a las dinámicas naturales propias de una sequía”, advirtió la entidad que integran las cuatro provincias ribereñas y el Estado nacional.

Fernando Frasetto, uno de los responsables de analizar las perspectivas climáticas de la AIC, manifestó su preocupación por un panorama que ya “es crítico en la región” con “una sequía cada vez más pronunciada”. Y alertó: “hoy, los caudales sumados de los ríos Neuquén y Colorado no alcanzarían a llenar el canal principal de riego”.

Es que si se toman las caudales aguas arriba de las represas, se advertirá que el Neuquén transporta apenas 30 m3/segundo, mientras que el Colorado lleva unos 40 m3/seg. “Dejaron de ser ríos para ser arroyos”, sentenció.

La cuenca ya viene castigada por un período muy prolongado de sequías, que cumplió 15 años. Y se calcula que para revertir esa situación haría falta una temporada con lluvias extraordinarias, algo que todavía no alcanza a visualizarse. En febrero y marzo las condiciones climáticas son muy imprevisibles e incluso se suele hablar de la “barrera de otoño”, ya que hay una especie de “velo” que impide pronosticar con más precisión. Y aún así, lo poco que se visibiliza no es lo mejor.

“Nuestra región se mueve al compás de lo que dicta el ciclo del Océano Pacífico. Cuando sus aguas se enfrían, aparece una situación de sequía que se conoce como La Niña y afecta a gran parte del país. Eso es lo que ocurrió en los dos últimos años y estamos viendo que puede prolongarse durante dos meses más”, comentó Frasetto.

El primero de abril comenzará formalmente el “año hidrológico”, que dura hasta fines de agosto. Son cinco meses durante los que producen precipitaciones intensas en la zona de la cordillera, período en el que se forman las “reservas hídricas” que luego alimentan el sistema. Agua en los lagos, nieve en la cordillera. Por ahora, todos atentos y a la espera. “No se visualizan lluvias en los próximos 10 días”, explicó el experto.

Si las condiciones de “Niña” se mantienen dos meses más, “serán dos meses menos de precipitaciones en alta montaña”, comentó Frasetto. Y advirtió a la población que los temporales de febrero, cuando cayeron más de 100 mm en la región, no alcanzan a mitigar la situación. “Necesitamos agua en alta montaña y hay que tomar conciencia de que estamos en una situación de mucha gravedad. El mes pasado, llovió más en el Valle que en Villa La Angostura”, expresó.

Es que una lluvia en la cordillera puede aprovecharse mucho más: se carga la cuenca, se reserva en los lagos, se convierte en nieve. La lluvia en la meseta, baja caudalosa hacia el río Negro y sigue hacia el océano.