A nivel internacional, las peras Williams del Alto Valle gozan de la mejor reputación. Sabor, color, textura, la convierten en una fruta muy buscada y por el que se pagan buenos precios. ¿Será para tanto? A las pruebas me remito. Ya empezó el tiempo de la cosecha y algunos cajones llegan a las góndolas y estanterías de las verdulerías de la región. Pero sin abalanzarse, por favor. Lo más probable es que si no se sabe tratarla, se lleve una brutal decepción. Esas primeras peras están duras como corcho. Tranquilos: quien sabe esperar tiene su recompensa.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que la pera es una fruta que tiene un ciclo de vida muy breve. Al contrario de la manzana o de la naranja, que puede estar mucho tiempo almacenada en condiciones naturales, la pera no. Por esa condición, se la cosecha en un punto previo a la maduración, cuando la firmeza de su pulpa es todavía muy rígida.

El primer tip, entonces: si la pera está de una tonalidad muy verde es que todavía le falta un tiempo de maduración. Por eso no se debe conservar en la heladera. El frío ralentiza el ciclo y hará que tengas que esperar más tiempo. Hay que guardarla en una frutera, a temperatura ambiente.

El tiempo le va a otorgar el gusto que buscás. El color te va a dar la primera pista: cuando la tonalidad predominante es la del amarillo, allí es el momento de disfrutar de su pera. Con la firmeza de la pulpa que se necesita, el dulzor y los jugos que la hacen irresistible. “Y todavía es mejor poder sacar esa pera de la planta pero sería imposible llegar a tiempo a la verdulería, se pasa enseguida”, precisó un productor de la ciudad.