Quién dijo que tenía que ser fácil… pero cruzar la ruta 22 puede convertirse en la tarea del día. Por lo menos, agregarle 10 minutos a tu horario. Y transitar no es la tarea más amigable que pueda ocurrir: el tránsito se hace muy lento y monótono. ¿Por qué ocurre todo esto? Porque en el tramo entre Cervantes y Fernández Oro, la ruta tiene el mismo diseño de siempre y no está en condiciones de soportar un tránsito medio de 25.000 vehículos. 

La historia más reciente indica que hace 25 años, todavía Carlos Menem era presidente, Vialidad Nacional consultó a la provincia y a los intendentes qué esquema preferían. Y con la solitaria oposición del entonces intendente de Cipolletti, Julio Arriaga, se definió ampliar la actual traza de la ruta. Se descartaba la idea de llevarla hacia el faldeo de la barda norte. En 2012-2013, Vialidad presentó el proyecto para el tramo que une Villa Regina con el acceso a Cipolletti. Una autopista sobre nivel, con diversos puentes en los accesos. Los municipios mas chicos aceptaron. Roca se opuso de entrada: argumentó que con la ruta sobreelevada arruinaría a la ciudad y su conexión norte – sur. La municipalidad de Allen también expresó su disconformidad con una iniciativa que nunca había sido totalmente consensuada y modificaba radicalmente la situación.

Algo cambió en 2019. Vialidad se fijó como objetivo la búsqueda de consensos. Y en este primer mes de 2022, la situación sigue en la etapa de planificación: las intendentas María Emilia Soria y Liliana Martín consiguieron el compromiso del ministerio de Obras Públicas de no realizar el paso por las ciudades en tramos elevados. Vialidad Nacional aceptó la orden pero pidió tiempo para adecuar el proyecto. Y todavía están en esa etapa. Por las dudas, el responsable del organismo vial en Río Negro, Gustavo Casas, advirtió que la obra no comenzará si no hay consenso.

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“Los fondos están, eso tiene que quedar claro. Pero la obra no puede empezar hasta que no estemos de acuerdo en el proyecto”, explicó el arquitecto. No quieren que ocurra lo que terminó por suceder en el acceso a Cipolletti: “allí cambió la cuestión urbana; se formó un barrio en un sector que antes no estaba y el proyecto no lo contemplaba. Así que tuvimos que parar la obra, estudiar la situación y adecuar el proyecto”, puntualizó. Agregó que estas situaciones “no son fáciles de resolver cuando la obra está en ejecución. Por eso es mejor darse el tiempo para hacer un buen proyecto consensuado, como estamos haciendo con Allen y Roca, para que no haya ningún problema en el durante”.

Ahora, el objetivo es definir con los municipios de qué manera va a ser la ruta: Roca y Allen están pidiendo una autovía al mismo nivel que la actual traza, con rotondas que permitan el fluir norte – sur y colectoras que alivien el tránsito interno. Lo que el grupo de arquitectos de la empresa adjudicataria no logra resolver pasa por la continuidad del tránsito.

“De autopista a autovía, la diferencia pasa por las diferencias de velocidad y la posibilidad de que se incremente los accidentes”, explican.

Al respecto, los técnicos de Vialidad comentan el incremento de los accidentes que se está dando en el tramo de Cervantes, donde se pasa de cuatro a dos trochas. Más allá de la señalización que indica la situación, es evidente que no todos alcanzan a tomar las prevenciones del caso.

Una vez definido el proyecto, en Vialidad se esperanzan con que la obra tomará ritmo y en unos 18 meses pueda concluirse.