25/06/2020

Enfermeras del hospital: ¿cómo es su trabajo en tiempos de Covid-19?

Enfermeras del hospital: ¿cómo es su trabajo en tiempos de Covid-19?

 

Verónica Curilén es jefa de enfermería de la Guardia del hospital Francisco López Lima de General Roca y Mónica Dailoff es jefa de enfermería de quirófanos. Para ambas hace tres meses cambió su rutina de trabajo, sumando horas y desafíos. Dailoff reparte sus días entre el equipo de respuesta rápida, la realización de los hisopados en los casos sospechosos y el centro de aislamiento montado en el hotel Huemul. Ambas profesionales se desempeñan en la primera línea de trabajo y son piezas claves en la estrategia sanitaria para frenar el avance del Covid-19.

“¿Cómo oxigena?.. Bueno, llama a la ambulancia”, coordina desde su celular Verónica antes de hacerse unos minutos para comentar su experiencia en un lugar tan sensible. Las consultas están llegando a las 60 por día y ella debe organizar el trabajo. En los consultorios externos se está recibiendo a las personas que llegan con dudas, ya sea por haber estado cerca de algún caso positivo, o por presentar algún síntoma. En la capilla se atienden los confirmados. Y Verónica debe estar atenta a que no se mezclen.

Mónica toma la mayoría de las muestras (hisopados). Se toma unos 10 minutos para “armar” el consultorio. Desinfecta todo y se coloca todos los equipos de protección. Ambas trabajan en promedio desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche. Ambas, en un momento de la entrevista lloraron, se quebraron emocionalmente. Verónica porque desde que comenzó la cuarentena hace ya más de 90 días no ve a su hijo de 4 años. Mónica porque su madre de 73 está aislada y ella le deja alimentos en una reja y desde ahí se hablan. “Yo soy personal de salud que está expuesto y no la puedo exponer a ella”, dice.

Como están en los equipos que son los que evalúan a los pacientes, describieron con precisión los miedos y las angustias, y además con total seguridad dicen que los contagios no están en los comercios, u otras actividades similares, sino en los hogares, en acciones irresponsables.

Verónica aclara que “la mayoría de los casos son leves, y Roca está dentro de los parámetros de la Organización Mundial de la Salud en ese sentido”. De todos modos, “el primer contacto, es con mucha ansiedad y angustia. Insume entre 20 y 30 minutos cada llamado. Cuando comienza, muchos parecen que están por morirse, pero cuando uno les va diciendo como distinguir las señales, los síntomas, la persona se calma. Necesitan sacarse dudas y contención. Pero no un mensaje, sino que todos necesitan una voz, una persona que los escuche”, cuenta Mónica.

Verónica explica que ahora se habilitó un nuevo interno del teléfono del hospital, el 313, que “es para respuesta rápida sobre consultas respiratorias de personas aisladas o que han sido contacto estrecho”. Explicó que “llaman sobre todo aquellas personas que tienen un vecino o conocido que ha dado positivo”.

Cuando a la persona se le confirma el positivo cambia el panorama personal y sanitario. “Es de alto impacto para la persona que da positivo recibir esa noticia”. Forma parte del protocolo, antes de aislarlos en algún hotel, hacerles un listado de las cosas que debe llevarse, “pero cuando vamos a buscarlos casi ni se acuerdan del pedido que le hacemos”. En esos lugares reciben una vianda, hay tv, wifi, y pueden llevar su celular o tablets.

“Saben que serán de 10 a 14 días sin salir de la habitación. Hay alteraciones del sueño, ansiedad y angustia. Pero casi no presentan síntomas”, detalla Dailoff. Pero lo que sí es preocupante es “la altísima carga viral” que hay en esos lugares donde se deben desempeñar los enfermeros. “Entonces el personal de salud no puede exponerse las 24 horas”, y en ese contexto “se acude a la telemedicina y se hacen monitoreos vía celular. Se recuerdan horarios de controles y reporte de síntomas. Y también hay visitas presenciales, pero cortas”, dice Mónica y agrega: “se trata de un aislamiento controlado y si lleva a presentar mucha tos o falta de aire, se deriva”.

Verónica sigue un protocolo complejo y debe coordinar una amplia maraña de áreas que se van relacionando unas con otras. “En consultorios externos se controlan a los que tienen alguna duda o señal, y en la capilla van los confirmados, y ese lugar ya funciona como parte del esquema de respuesta rápida”.

Mónica detalla que la clave para sentirse seguros en su labor diaria, es “seguir una secuencia” a la hora de ir montando sobre su cuerpo los distintos elementos de protección, que luego “de forma tranquila y pausada tengo que hacer una buena retirada los elementos protección personal, y lo último es el adecuado lavado de manos para que, cuando yo salga de ese lugar, lo haga lo más limpia posible. El secreto está en eso, en vestirte bien, en hacer las cosas bien, y sobre todo en sacarte las cosas bien”.

Y aclara: “Contamos con todos los elementos de protección personal. Yo personalmente no compré ningún elemento protección. Todos los elementos de protección personal me los brindó la institución: tengo el barbijo N°95, el barbijo quirúrgico para cuando entro y salgo de hacer los hisopados, tengo la máscara facial, tengo las antiparras, y los camisolines hidrorepelentes”.

Las dos profesionales hacen un alto en la descripción de sus rutinas y reconocen al mismo tiempo que optaron “como una forma de desintoxicación”, por no leer diarios ni consumir portales de noticias.  Aseguran que “hay mucha fábula en torno a todo esto, y mucha sobre información, y se infunde más temor del necesario”, y luego explican: “Diariamente vemos que el periodismo nos pega tanto, y lo de la gente es muy contradictorio, porque te aplauden, pero te sacuden, te aplauden pero te defenestran”

Verónica admite que “hay días que son muy difíciles” y ya no puede seguir hablando. Después de un silencio, y cuando ya se escurre con la punta del barbijo las primeras de las tantas lágrimas que derramó en este punto de la entrevista, logra expresarse. “Podría haberme quedado con él, porque soy madre sola y no tengo a nadie en Roca… Está con una tía en Regina, y lo llamo”. Habla de su hijo de 4 años que hace más de 90 días que no ve. “Este es un cargo de gestión, con una tarea muy intensa porque nos vamos reorganizando de forma continua para brindar más atención, porque hay que dar respuesta a todo, y respuesta para que no nos sigan pegando”, dice.

Mónica a su lado advierte que “acá juega lo profesional, pero también lo emocional” y ella también carga con su mochila, porque no puede visitar a su madre de 73 años, que es persona de riesgo, quien hace pocos meses perdió a un hijo, “y estamos cada una en su casa”.

Verónica, cuando le preguntan, cual es a su criterio lo más peligroso del coronavirus, destaca que “el problema no es ir al almacén o a un supermercado, por ejemplo, el problema es el compartir, sobre todo en lugares cerrados, con gente que no se cuida, ya sea con tapabocas, lavado de manos o uso de alcohol en gel. Hay que reducir los riesgos al mínimo”. Y da más precisiones: “hoy por cada positivo, hay 20 aislados, pero si no circulamos, si no hacemos reuniones, bajaría muchísimo la cantidad de aislados”.

Ya de pie junto a la puerta, y mientras su compañera se ponía de pie, Mónica dijo: “Uno puede estar enojado con un ministro, una intendenta o una gobernadora, pero cuando le pegan a salud pública, nos pegan a todos”. (ANR)

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