21/09/2016

Mujeres dispuestas a todo en las filas de bomberos

Son jóvenes, trabajadoras, madres y tienen vocación. Por este oficio, día a día dejan de lado sus propias vidas para ponerlas al servicio de los roquenses. Conocelas.

Gladys Higueras, Rocío López y Ayelén Durán (de izq a der)
Fotos: Carlos Mir - Patagonia FotoPress
Fotos: Carlos Mir - Patagonia FotoPress

Ser bombero voluntario implica tener un espíritu colectivo y solidario. Equilibrar los aspectos de la vida como el trabajo, la familia y el servicio no es una tarea fácil.

Es aún más complejo para una mujer, que es madre, que trabaja y que en muchos casos es sostén de familia. Pero hay mujeres que le hacen frente a esta realidad y son importantes pilares para la sociedad de Roca.

Las bomberas son mujeres multifacéticas (madres, novias, hijas, trabajadoras y estudiantes), seguras, convencidas y dispuestas a dar la vida por el prójimo.

La llama del servicio parece transmitirse de generación en generación a través de familias de bomberos. Es el caso de Ayelén Durán de 26 años, su padre es bombero jubilado y prestó servicios durante 28 años.

“Me crié dentro de bomberos. De chica, lo veía salir a mi papa en bicicleta al cuartel, agarraba la mía, lo seguía y acá lo esperaba hasta que volviera del incendio. De noche también venía a hacer las guardias con el. Mi viejo es mi ejemplo de vida”

Rocío López de 24 siguió el camino de su hermano que fue cadete y de su actual marido que es bombero. Se anotó “para probar” y también quería ser policía.

Gladys Higueras de 22, es la primera en su familia. “De chica siempre busqué el lugar donde pudiera ayudar. Empecé y no le conté a nadie. Los que sabían me decían que dejara, que es peligroso y tuve que inventar que era pago, como un trabajo más”, rememoró.

Todas tienen hijos pequeños y criados en el cuartel, como la bebé de Rocío que por obra del destino nació un 2 de junio, día del bombero.

“Entrar a bomberos es cambiar la vida en un 100%”, confió Ayelén. Lo más difícil es acomodar con quién dejás a tus hijos cada vez que hay un incendio.

Lo mismo le pasa a Gladys. No sólo le cuesta acomodarse con su bebé sino que debe lidiar contra las opiniones de los de afuera.

“Es muy difícil soltar al nene para venir acá y que lo entiendan sobre todos los familiares. No entienden que hagamos esto siendo que no nos pagan, terminamos cansadas o nos podemos lastimar”, confió.

“Complica el tema de la familia, el trabajo, la casa, el estudio. Hay que dedicarle tiempo a muchas cosas”, lanzó Rocío.

Gladys contó que tuvo que redireccionar su vida personal por su vocación: ayudar a las personas y trabajar en emergencias, por eso también está estudiando para ser enfermera.

Llamados de atención en el trabajo, viajes de placer, familia, fiestas, salidas al boliche que nunca fueron: quedaron secundarizadas en la vida de estas mujeres por salvar la de otros.

Se prioriza el compañerismo y la solidaridad, sin obtener nada a cambio. Por el contrario, aseguran que no sólo no ganaron, sino que tuvieron que dejar cosas de lado.

“Dejé a mi hijo en pleno salón de cumpleaños por irme a un accidente con personas atrapadas. Dejé Navidades y Año Nuevo, un montón de ocasiones especiales que no van a volver”, contó Ayelén.

“Si nos pusiéramos a pensar que nos podemos morir, creo que no había nadie acá adentro. Lo hacemos sin pensar”, opinó Rocío.

“Cuando empecé me subía a un camión y me daba vértigo. Pero tener la actitud para superar el miedo e ir avanzando me ayudó en la vida. Además, ver que una familia pierde su vivienda precaria, llegar a tu casa y tener todo, me hizo valorar lo que tengo”, comentó Gladys.

“En cada personita que vas a sacar pensás que podría ser tu hijo, tu sobrino o tu hermano”, señaló Ayelén recordando uno de sus primeros incendios de vivienda. Ese siniestro les llegó al corazón. Ese día, fallecieron dos nenes con su mamá.

“Para todos los que éramos papás y mamás, fue un golpe muy duro. Yo lo único que quería era agarrar a mi hijo y abrazarlo”, relató Ayelén.

“La gente piensa que estamos locos porque tenes que ir corriendo a subirte a un camión, arriesgarte, quemarte o chocar, pero si no estuviéramos nosotros ¿quién haría esas cosas?”, lanzó la joven.

“Acá cada uno sabe hasta dónde llega su fuerza y su fuerza de voluntad”, concluyó. Más allá de los miedos, resignaciones, dificultades, en lo profundo se aloja la sabiduría de estas personas: la necesidad de su función social.

El dato: casi un 50% del plantel de bomberos voluntarios de Roca es femenino (27 de 60 son mujeres). (ANR)

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