"Desde séptimo grado que pensé hacer algo así": a 19 años de la Masacre de Patagones siguen las heridas abiertas
Uno de los grandes interrogantes es en dónde está Juniors Solich, autor de los disparos que acabaron con la vida de tres de sus compañeros. Se sabe que está en un centro neuropsiquiátrico, donde incluso habría planeado una matanza similar.

El 28 de septiembre de 2004 se produjo la mayor masacre escolar de Latinoamérica en la Escuela Islas Malvinas de Carmen de Patagones. Juniors Rafael Solich, quien tenía apenas 15 años, ingresó al aula y disparó la pistola Browning de 9 milímetros de su padre, quien era suboficial de Prefectura.
Los disparos acabaron con la vida de los adolescentes Sandra Núñez, Evangelina Miranda y Federico Ponce. También hirieron de gravedad a Natalia Salomón, Cintia Casasola, Nicolás Leonardi, Pablo Saldías y Rodrigo Torres.
Venía furioso del día anterior, cuando su papá, Rafael Solich, salió del Museo de Prefectura donde prestaba servicio, y los pasó a buscar en el Renault 12 de la familia a él y a Fernando, su hermano. Ya en el hogar, les pidió que pusieran la mesa para comer, en medio de gritos y descalificativos.
Los expertos señalaron que Juniors vivió en un contexto de maltratos constantes por parte de su padre y su cabeza no aguantó más con situaciones de bullying en el colegio, por su aspecto físico, por cómo se vestía siempre de negro, por la música que escuchaba (como Marilyn Manson) y por su comportamiento retraído.
La masacre se llevó a cabo a las 7:45, hora del comienzo de las clases. Juniors tomó el arma y la descargó disparando a la pared, luego la recargó y comenzó a dispararle a sus compañeros de aula, después de vaciar nuevamente la pistola salió al pasillo. Cuando estaba colocando el tercer cargador Dante Pena, uno de sus pocos amigos, se le abalanzó y logró quitarle el arma. Luego de enteradas las autoridades, el agresor fue arrestado y trasladado a Bahía Blanca.
Al iniciarse la causa judicial, fue confinado a un centro de internación para jóvenes delincuentes en el partido de Ensenada. Luego de ser declarado inimputable, Alicia Ramallo, la jueza que llevó el caso, se hizo cargo de su tutela y lo internó en un centro neuropsiquiátrico juvenil en la localidad de San Miguel.
Cuando Juniors cumplió la mayoría de edad, la intervención de la jueza Ramallo cesó pero el caso fue derivado al Juzgado de Familia N° 4 de La Plata a cargo de Silvia Mendilaharzo. En esta nueva instancia, el autor de la masacre escolar fue trasladado a una clínica en La Plata donde hasta hoy sigue recibiendo tratamiento.
El periodista y escritor Miguel Braillard, quien junto a Pablo Morosi llevó a cabo el libro "Juniors", contó a NoticiasNet que se descubrió en un cuaderno de su propiedad que Juniors había planeado otro ataque dentro del neuropsiquiátrico.
La madre de otro chico internado lo denunció en tribunales. Pero la fiscal Virginia Bravo comunicó que no se pudo reunir evidencia que indicara la existencia de una tentativa semejante y se archivó la causa.
Braillard detalló: "Una mamá de uno de los chicos internados, denunció que el hijo le transmitió que había visto un cuaderno donde él había escrito esa intención de matar a sus compañeros. Pero la Fiscalía la desestimó porque encontraron el supuesto cuaderno y no encontraron nada".
"Fueron dichos de parte de la mamá de uno de los compañeros, que se volcaron a una denuncia y la investigación no arrojó resultados, no se pudo comprobar que haya ocurrido tal hecho" añadió.
En el libro “Juniors, una pieza de gran valor que ayuda a comprender todo lo ocurrido en aquella fatal fecha, se recopila el primer diálogo que tuvo la jueza Ramallo con el homicida y hubo una frase escabrosa: “Desde séptimo grado que pensé hacer algo así”.
DIÁLOGO COMPLETO
La magistrada se sentó junto a él en el patrullero y sostuvo el siguiente diálogo. Fue la única vez que se conocieron declaraciones del joven en 19 años.
- Hola. ¿Cómo estás? Me llamo Alicia. Soy la jueza que va a trabajar con vos por lo que hiciste. ¿Te sentís bien? ¿Me querés contar qué pasó?
- Eh… algo me acuerdo… No, no sé, en realidad fue todo muy rápido…
- ¡Pero, qué barbaridad, querido! ¿Te das cuenta de lo que hiciste a tus compañeros? ¿Sos consciente de la gravedad de los hechos?
- Sí, sí… bah, no sé…
- ¿Cómo te sentís… estás angustiado?
- …Sí…
- Es terrible,… ¿supongo que estarás arrepentido?
- Y… sí.
-Bien Juniors, aunque no estás obligado, es importante que si tenés ganas nos cuentes lo sucedido, lo que pasó, pero, sobre todo, lo que te pasó a vos
-No, no me dí cuenta lo que pasó, se me nubló la vista y tiré. Todo fue muy rápido, no me pude frenar. No era yo, era como si no fuera yo.
-Contanos tranquilo lo que pasó.
-Cuando papá salió con mamá me metí en la pieza y saqué la pistola y los cargadores.
- ¿El arma estaba cargada?
- … (asintió con la cabeza).
- ¿Y después qué pasó, te fuiste a dormir así nomás?
- No… no dormí nada…
- ¿Por qué? ¿Estabas nervioso?
-Tenía escalofríos.
-¿Te sentías mal? Habías comido algo?
-No comí a la noche ni desayuné a la mañana, estaba medio descompuesto.
-¿Y qué hiciste a la mañana siguiente?
-Salí a las siete, como siempre me fui caminando a la escuela…
- ¿Qué pensabas en el camino?
- …Nada…
- ¿Qué hiciste cuándo llegaste a la escuela?
- Entré y me fui a formar en la fila para subir la bandera…
- ¿Le mostraste el arma a alguien?
- La pistola no. El cuchillo se lo mostré a Dante.
-¿Cómo hiciste, lo sacaste delante de todos?
-No, me levanté el saco y se lo mostré solo a él.
-¿Estaban con algún profesor?
-No.
-¿Es común que ingresen sin la presencia de un docente?
-Siempre entramos solos.
-Contanos lo que recuerdes, ¿qué hiciste dentro del aula?
-Me senté en el primer banco. Cuando pasaron mis compañeros me puse de pie y caminé hacia el pizarrón, cerca del escritorio de los profesores. Me puse de frente y saqué el arma lista para disparar, vacié el cargador. Salí al pasillo y recargué. Le disparé a un señor que estaba ahí. No sentí voces, gritos ni ruidos. No era yo.
-¿Por qué lo hiciste? ¿Estabas enojado?
-Sí.
-¿Con quién? ¿Con tus compañeros?
-Sí.
-¿Con tu familia?
-También.
-¿Por qué con tus compañeros?
-Me molestan, siempre me molestaron, desde el Jardín. Desde séptimo grado que pensaba en hacer algo así.
-¿En la secundaria tenías los mismos compañeros que en el Jardín?
-Sí, varios.
-¿Y cómo es que te molestan?
-Y, me cargan. Dicen que soy raro. Me joden porque tengo este grano en la nariz.
-¿Todos te cargan?
-Y, casi todos.
-¿Y con tu familia?
-Tuve una pesadilla: estábamos mirando tele con mi abuela, mis tíos, mis papás y mi hermano. Yo agarraba un cuchillo y apuñalaba a mi papá. Pero él no se moría, me preguntaba por qué lo había hecho y yo le tiraba una silla y salía corriendo a la pieza, me encerraba. Mi papá me decía que me perdonaba pero yo no le creía y abría la puerta y le tiraba una bicicleta.
-¿Tenés problemas con tu papá?
-Nos peleamos seguido.
-¿Por qué?
-Yo nunca le hago nada pero él me pega, me empuja, se enoja porque dice que siempre estoy solo, que no les doy bola a ellos ni a nadie, que no entiende por qué no tengo amigos.
-Pero algo pasará que tu papá se enoja con vos, ¿en la escuela cómo te va?
-Últimamente bajé algunas notas. Creo que mi papá no cree que las pueda aprobar y se calienta.
-¿Vos creés que tu papá es muy rígido?
-Sí, autoritario.
En varias declaraciones que obran en expedientes tras la tragedia Juniors reveló que su padre lo sometía a castigos corporales desde los nueve o diez años: “Me pegaba con un machete desde que era chiquito, en la nalga”. A los 13 años lo descubrió fumando y esto contó: “Me preguntó por qué, me pegó una piña y me empezó a sangrar la nariz. Cuando llegamos a casa, me empieza a gritar y dar patadas. Me dejó en penitencia, no podía salir. Yo estaba acostado, nada más, daba vueltas”.
-No seas como yo. Aprovechá las posibilidades para progresar -le sugirió su padre.
-Y a mí que mierda me importa como sos vos -arremetió Juniors con la cara inflamada por los golpes.