Hay momentos que permanecen imborrables en la memoria de sus protagonistas. Esos segundos o minutos en que un peligro o una emoción profunda nos embarga y nos impacta cada célula.

Para Santino, una de esas experiencias será la del día en que se cayó al Canal Grande y se fracturó la pierna. Para el equipo que acudió a su rescate, será la del día en que el niño, ya recuperado, pasó por el Cuartel de Bomberos para agradecer el esfuerzo que hicieron para sacarlo del lugar.

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Esta historia comenzó el 21 de julio del año pasado, plenas vacaciones de invierno. Santino y sus amigos jugaban libremente por el lugar. El riego ya se había cortado, por lo que el canal estaba sin agua y no suponía un gran riesgo, en principio.

Pero siempre puede ocurrir un imprevisto. De pronto, en un descuido perdió el equilibrio, cayó hacia el canal y con tan mala fortuna que se fracturó una pierna. El dolor era muy grande; no podía movilizarse y la experiencia aconsejaba no desplazarlo sin antes inmovilizar la zona.

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A las cuatro de la tarde, el cuartel recibió la llamada de auxilio. Desde la comisaría solicitaban la asistencia de los Bomberos para sacarlo del lugar con los cuidados del caso y luego llevarlo al hospital. Todo anduvo bien, pero el chiquitín tuvo que pasar por varios meses de recuperación antes de regresar a su vida normal.

Y lo primero que quiso hacer fue reencontrarse con el equipo que lo había rescatado en aquel difícil momento para agradecerles en persona el esfuerzo y el salvamento. Para los bomberos también fue especial: no siempre se producen estas devoluciones. El reencuentro se produjo la semana pasada: Santino, su familia; los bomberos. Seguramente hubo más de un nudo en la garganta y alguna lágrima que se esforzaban para que no se notara. Toda experiencia de rescate es especial, pero más cuando hay un niño de por medio. Los Bomberos, tremendamente agradecidos por el gesto de Santino.