Luego de aguantar cuatro años de una relación de pareja asfixiante y con diferentes episodios de violencia de género, una mujer sufrió una brutal golpiza que la dejó con graves consecuencias físicas. La justicia penal condenó al hombre a tres años de prisión en suspenso. Ahora, la justicia civil determinó una indemnización de más de cuatro millones de pesos en concepto de daño moral, reparación económica por el tiempo que no pudo desarrollar sus actividades y pago del tratamiento de recuperación.

El hecho se produjo el 16 de julio de 2017 en Catriel, cuando Juan Alejandro Sepúlveda arremetió con golpes, empujones e insultos contra Tania Farías. Durante el juicio, las amigas contaron que una semana después del episodio el rostro de Tania seguía siendo difícil de reconocer. Esta situación fue la culminación de un largo proceso durante el cual el imputado buscó aislar y someter psicológicamente a la mujer.

Durante esos cuatro años, la relación se caracterizó “por un ejercicio de violencia física y emocional” por parte de Sepúlveda, manifestado en “celos excesivos, descrédito constante, prohibición de realizar ciertas actividades, cuestionar su forma de vestir, influenciar para abandone sus estudios en Córdoba, aislarla socialmente, entre otras conductas limitantes”. Un episodio de maltrato motivó una separación de cinco meses, que se resolvió en forma pasajera. Hasta que culminó en el ataque a la mujer.

Farías terminó con secuelas psicológicas y físicas difíciles de superar. Una consecuencia fue la imposibilidad de desarrollar sus actividades profesionales durante más de un año. Y en cuanto a las consecuencias psíquicas, una profesional constató que todavía perduran: provocó en ella “un mayor retraimiento de sus contactos”, mostrando una actitud de “defensividad social excesiva” en virtud de percibir situaciones amenazantes.

“La relación vivida provocó una serie de cambios significativos en sí misma, como la baja autoestima, la inseguridad, el incremento de la dependencia, lo cual la conducen a buscar ser aceptada, mostrándose, tal como ella cree que hay que hacerlo, poniendo en marcha una fachada seudo neurótica que, para poder sostenerla, debe emplear un exceso de energía psíquica, quedando sin resto energético para otras áreas o aspectos importantes de su vida”, apuntó el juez en su sentencia.

El juez Diego De Virgilio consideró que la mujer deberá percibir una indemnización de 2,2 millones de pesos por la incapacidad sobreviniente; 1,6 millones por las consecuencias no patrimoniales; 350.000 pesos por gastos terapéuticos; y 52.000 pesos por lucro cesante. La suma total asciende a 4.180.680 pesos.

La condena penal

En el juicio penal, la fiscalía acusó al hombre por el delito de lesiones graves agravadas por la relación de pareja preexistente y por mediar violencia de género, en concurso real con amenazas.

En un juicio abreviado, la fiscalía, la querella y la defensa pública acordaron la pena de tres años de prisión en suspenso. La jueza a cargo homologó la petición y dictó sentencia con pautas de conducta.

Además de las pautas de rigor, la sentencia penal fijó la obligación de un tratamiento psicológico para el imputado con el objetivo de lograr la “detección, prevención y erradicación” de sus conductas violentas. También estableció una prohibición de acercamiento a la víctima (su domicilio, lugar de trabajo o de concurrencia habitual), una prohibición de contacto y comunicación por cualquier medio y una prohibición de realizar cualquier acto de perturbación dirigido hacia la joven o a su grupo familiar.