17/06/2018

Secretos sociales, secretos familiares

La legalización del aborto permitirá hacer otro abordaje del tema. Escribe el psicólogo Gustavo Marín.

La legalización del aborto y un tema que permitirá otro abordaje.
Foto: Ilustrativa-internet
Foto: Ilustrativa-internet

Por Gustavo Marín (*)

 

Los secretos familiares son más comunes de lo que se creen, y es muy posible que no haya familia que no los tenga. Estos secretos hacen que sus miembros vivan algo que no es, su historia está incompleta y su identidad también. Los que guardan el secreto no se llevan la mejor parte, ya que también viven ese ocultamiento con tensión, y muchas veces con pesar, porque los “secretos”, pesan y de una u otra manera siempre están tratando de salir a la luz, y presionan desde allí.  Como cuando queremos hundir un globo en una pileta llena de agua, a veces lo conseguimos, pero tendremos que realizar un gran esfuerzo, y llevará mucha energía mantenerlo debajo del agua, energía que podríamos usar para otras cuestiones, como madurar a través de las dificultades, enfrentando lo temido y buscar un bienestar auténtico.

 Según la real academia española,  secreto, significa algo “Oculto, ignorado, escondido y separado de la vista o del conocimiento de los demás.”

Lo que está “oculto” se relaciona con información de uno o varios miembros de la familia y tiene que ver con la sexualidad, adopciones, adicciones, patologías mentales, suicidios, homicidios, delitos, cárcel, hijos o padres no reconocidos, maltrato y transgresiones que forman parte de la novela familiar.

Para mantener el secreto surgen pactos de silencio que muchas veces son implícitos, y se forman alianzas con quienes se comparte y deja afuera a quienes desconocen la información que encierra. Y esto trae aparejado una disfuncionalidad familiar, ya que se crean divisiones familiares, tensión inexplicable, malestar, temores y a veces síntomas físicos o psicológicos en alguno de los miembros como aislamiento, angustia o depresión por no poder procesar algo que la persona sabe que no coincide con lo que ve o le muestran en la familia, hay alguien que no se relaja. El secreto se va intensificando, con determinados pensamientos como que “es terrible que se sepa, se va a dañar alguien inútilmente, no será comprendido, se pondrá en juego el afecto, habrá culpas, vergüenzas y juicios.” Todo se hace a veces con la fantasía de mantener la familia unida, el “ideal” de la familia feliz, vendido por la publicidad, la vida light, la mentira justificada.

A veces el secreto es algo que se conoce en la familia, pero no es algo de lo que se pueda hablar abiertamente, existe una condena implícita, que se hace sentir con determinados gestos o conductas de unos miembros cuando alguien quiere hablar del asunto. Y así, gradualmente, lo poco que se sabe, se va enterrando y se transforma en un “secreto familiar a voces”.

Pareciera que en esta época actual de tantos avances y progresos tecnológicos, ya hemos superado muchas cosas y de todo tenemos gran información, de todo se habla, todo está en internet.

Sin embargo, la sexualidad sigue siendo un gran “tabu” y cuesta abordarla de manera abierta y sincera. Y el ámbito de las relaciones sexuales es un espacio fértil para muchos secretos.  Y así nos encontramos con muchos abusos que nunca fueron expresados, o parejas que llevan una vida sexual insatisfecha, se acepta dentro de un vínculo tener relaciones sin sentirlas o desearlas, volviéndolas una obligación, un cumplir, una descarga, con el posterior vacío. También hay parejas estables que han dejado de tener relaciones y “de eso no se habla” se naturaliza.  Situaciones que se guardan en secreto, hasta que explotan para afuera o para adentro.

Y los abortos son de los secretos mejores guardados, por varias razones. Porque es un hecho doloroso, ninguna mujer desea hacerse un aborto, no es agradable, ni una fácil decisión. Y más allá de las circunstancias el hecho que hasta ahora sea un delito, hace que la mujer que se practique un aborto, y lo tenga que hacer en clandestinidad, recibe una condena social (explícita o implícita), que de ahí pasa a la esfera psíquica y se expresa en una gran culpa, depresión, vergüenza.

Todo aborto conlleva una pérdida que es particular para cada persona, y esa pérdida (de lo que fuere) va a requerir de un duelo y su adecuada elaboración. ¿Pero cómo elaborar un duelo si no puede expresarse abiertamente lo que a uno le ha sucedido?   Es real que muchas mujeres que se hacen un aborto quedan traumatizadas, pero las verdaderas razones de ese trauma, es que no se puede expresar el hecho porque es tomado como un delito, entonces las mujeres quedan atrapadas en un duelo sin resolver y eso genera “silencio” y aumenta la culpa, el auto-reproche y la vergüenza. Los psicólogos sabemos que lo que produce un trauma, no es tanto la gravedad del hecho, sino la no expresión del hecho.

La despenalización del aborto, permitirá a muchas mujeres hablar sobre lo que sintieron y todo los que les paso antes, durante y después del aborto, y eso será realmente liberador y sanador, permitirá sacar a luz muchos secretos y sacarle el estigma de delito.

Aunque no se hable mucho de esto, muchos hombres también quedan traumatizados ante el aborto de su pareja, ya que ellos tampoco lo hablan con nadie y se comen la angustia por el aborto en sí, por ver sufrir a su compañera y porque además (hasta ahora) era considerado un delito del cual se sienten cómplices.

Ahora que estamos a un paso de la aprobación de esta Ley del aborto, de gran ayuda será que se constituyan grupos en donde las mujeres y hombres que han atravesado un aborto puedan hablarlo libremente y sin culpas. Además, estos grupos pueden servir para brindar toda la información y el apoyo necesario a quienes están ante la difícil decisión de afrontar una situación parecida. Pero lo no menos importante es que hacia adentro de las familias se pueda comenzar a hablar de esto, sin juicio, con comprensión, porque cada persona que elabore un duelo por un aborto estará brindando realismo y verdad a sí misma y a su familia, y así se podrán construir relaciones saludables, profundas y significativas.

 Al poner palabras y compartir las verdades dentro de la familia, por más dolorosas que sean, fortalecerá la historia familiar y los vínculos. A su tiempo, los secretos deberán ser revelados, y así permitir transitar a sus miembros el proceso de la vida sobre una base de confianza, honestidad, compasión y aprendizajes. Será hora que dejemos de poner tanta energía en el enjuiciamiento al otro, para centrarnos en la evolución como seres humanos sensibles,  vulnerables e imperfectos (o sea, en desarrollo).

 

* Gustavo Marín - Psicólogo

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