Familia se salvó de milagro tras incendiarse el auto en Ruta Chica

Eran las 18,35, en una típica tarde lluviosa de sábado. La familia había ido de compras, y circulaban en el Peugeot 106 blanco en dirección a J.J Gómez. La neblina y la tenue lluvia marcaban el ritmo del atardecer sobre el vidrio empañado del auto. Algunos metros antes de llegar al cruce con la Ruta 6, el motor hizo un último suspiro y se apagó. La mujer, embarazada de 4 meses, no se sobresaltó. Con el auto aún desplazándose sobre la Ruta Chica, intentó darle arranque nuevamente.

Cuando accionó la llave, comenzó el pánico.

Algo falló en el circuito del vehículo, y las llamas emergieron del motor. El denso humo brotó desde el capó y rápidamente hizo que el habitáculo del auto se vuelva irrespirable. Con rapidez, con lucidez y con suerte, accionaron los mecanismos de las puertas y salieron todos del vehículo. Luego de bajarse, cerraron las puertas delanteras, que nunca más se volvieron a abrir.

“Por suerte alcanzaron a bajar” dice una persona que circulaba por el lugar, y que fue el primero en asistirlos. “Después, capaz que porque son circuitos electrónicos, no se pudieron abrir más las puertas. Si se quedaban un segundo más... no sé si salían”, afirma el hombre, que solidario, contiene a una de las nenas en su llanto.

En pocos minutos llegaron los bomberos, pero entonces el vehículo ya estaba envuelto en llamas. Sus ocupantes, a la vera de la ruta, lloraban y se consolaban. Luego llegó personal del Hospital Francisco López Lima, y constataron la salud de la mujer embarazada, la de los menores y la de otra mujer, abuela de los chicos. Tras contener los nervios iniciales, los llevaron a la ambulancia para confirmar en el hospital que su estado de salud sea bueno. La mujer, embarazada, lloraba nerviosa por el auto. El enfermero la miró a los ojos y dijo las palabras que flotaban en el ambiente: “No importa el auto, lo que importa ahora son ustedes”. (ANR)