El juicio contra Pablo Parra por el femicidio de Agustina Fernández comenzó este lunes en Cipolletti, en un proceso en el que un jurado popular será el encargado de decidir si el acusado es culpable del brutal asesinato. Durante la primera jornada de audiencias, se llevaron a cabo las presentaciones de las partes involucradas en el caso.

Uno de los testimonios más impactantes fue el de Camila Sosa, amiga de Agustina y residente en Villa Mercedes, Córdoba, quien declaró vía zoom. Según Camila, Agustina le había confesado que en Cipolletti mantenía una relación informal y que no buscaba estar en pareja. 

Según el testimonio de Camila, Parra, conocido como "el vecino", se aprovechó de la situación de vulnerabilidad de Agustina al ser una estudiante recién llegada a la ciudad, sin un entorno conocido y sin muchas amistades. Parra habría utilizado esto para fortalecer su vínculo con ella, brindándole todo tipo de facilidades y objetos que Agustina carecía. Según su testimonio, Parra le prestaba determinados electrodomésticos, le proporcionaba dinero cuando lo necesitaba y la acompañaba en diferentes salidas.

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No obstante, Camila también relató que Agustina comenzó a sentirse incómoda con la situación, ya que Parra se volvía cada vez más invasivo y la relación se tornaba intensa. Agustina anhelaba estar sola y se sentía sola emocionalmente. A pesar de esto, había encontrado en sus estudios universitarios una motivación y alegría. Según el testimonio de Camila, Parra aprovechó esta vulnerabilidad y le ofrecía alcohol, salidas a lugares como un shopping y comidas.

Durante el juicio, también declararon la encargada del complejo de departamentos donde vivía Agustina, así como otros vecinos y amigas de la víctima. La encargada señaló que Parra sabía que las cámaras de seguridad del edificio no funcionaban, lo que evidencia un conocimiento previo y un posible agravante en la situación.

Las amigas de Agustina coincidieron en que Parra era una persona intensa y que la situación se estaba volviendo insostenible para Agustina. Manifestaron su incredulidad y horror ante la brutalidad del hecho, ya que consideraban que si se tratara de un robo, no era necesario llegar al extremo de matarla.