21/11/2018

La historia de diez niños que ya no tendrán que caminar 15 km para llegar a la escuela

La historia de diez niños que ya no tendrán que caminar 15 km para llegar a la escuela

Quince kilómetros de ida y quince de vuelta. Esa era la distancia que de lunes a viernes diez alumnos de la Escuela Primaria Intercultural Bilingüe de Chacay Huarruca recorrían para poder ir a clases.

El fin de semana, el Gobierno Provincial construyó dos casas al lado de la escuela para que los alumnos puedan vivir allí de lunes a viernes junto a un familiar, sin los trastornos diarios que representa recorrer grandes distancias en medio de la Zona Andina. Las viviendas estarán junto a la Escuela 65.

En Chachay Huarruca habitan familias integrantes de una comunidad mapuche. Allí funciona la Escuela Primaria Intercultural Bilingüe Nº 65 “Lucerinda Cañumil”. Los alumnos asisten a la mañana, con dos docentes y un director.

Seis de los niños vivirán con su abuela. Otros cuatro lo harán con una tía. Todos contarán con una vivienda con servicios, que incluye la provisión de gas envasado para que puedan cocinar, calefaccionarse y asearse. “Por fin mis nietos se van a poder bañar con agua caliente”, resumió la abuela que estará junto a sus nietos en el nuevo hogar transitorio.

El gobernador, Alberto Weretilneck, señaló que esta obra viene a solucionar una problemática de mucho tiempo, porque la Escuela 65 “no es una escuela hogar y no tiene residencia”.

“Nosotros seguimos demostrando que la igualdad es uno de nuestros pilares, especialmente a la hora de brindar el acceso a la educación. Todos los habitantes, los vecinos, los niños y niñas de la provincia tienen el mismo valor en Río Negro”, finalizó

“Estas son inversiones que nadie puede especular con votos. Son necesarias para dignificar la vida y darles igualdad a todos los niños y niñas. Esto les garantiza la posibilidad de estudiar”, resaltó la titular de la cartera de Educación Mónica Silva.

 “Ya no van a pasar frío. Tienen un lugar para ducharse todos los días. Estoy muy agradecida porque van a estar muy cómodos. Es una alegría poder compartir la casa y saber que mis nietos van a estar bien”, señaló Efigenia Ferrada, abuela de seis alumnos y trabajadora de servicio de apoyo de la Escuela 65.

Los chicos también se mostraron muy contentos: “Me entregaron la casa, ahora estoy más cerca de la escuela y no tengo que cruzar el río. Antes, nos teníamos que levantar a las seis de la mañana para las siete cruzar el río a caballo y poder llegar”, explicó uno de los pequeños.

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