02/01/2017

Marcelo Zúñiga, el hombre que salvó vidas durante 28 años

“Primero el servicio y después todo lo demás”, comentó. Un hombre que con su honestidad y valentía, marcó un camino para muchos aspirantes.

Florencia Bark
Se jubiló el bombero Marcelo Zúñiga
Foto: José Luis Pierroni - Patagonia FotoPress
Foto: José Luis Pierroni - Patagonia FotoPress

De alguna forma, él te salvó. Hace ocho años, en una heroica acción, Marcelo -junto a otro hombre- cerró la válvula central del ducto que transportaba petróleo a Bahía Blanca durante un incendio altamente peligroso en la empresa Oldelval.

Ese día, el coraje de un hombre nos salvó a todos. La válvula estaba rodeada por el fuego en una fosa de 2 metros de profundidad. El bombero tenía 15 minutos para completar la misión. Pensó que no saldría vivo, pero realmente, lo único que le importaba era evitar lo que habría sido una tragedia.

Así es él, querido, conocido por todos, distinguido entre sus pares. La imagen que otorga su grave voz de locutor puede generar confusiones. Aunque suene serio o rudo a través del eter de la radio, Marcelo es un hombre alegre y cálido. La firmeza es su estandarte, sobre todo cuando se trató de elegir su vocación y dejar la vida por una idea.

Era sólo un niño cuando comenzó a fascinarse con bomberos. A la edad de 10, cada vez que escuchaba la sirena desde su casa en su pueblo natal (Allen), le pedía a su papá que lo llevara a ver. Algo cambiaba en él cuando veía la honorable y valiente labor de un efectivo.

Gigantes, los bomberos robaban más de un suspiro en el imaginario del pequeño niño de primaria. Los veía magníficos, sobrenaturales, casi superhéroes. La tarea despertó su curiosidad y como todo episodio de la niñez, quedó en el baúl de los recuerdos.

Cosas del destino, a la edad de 18 años comenzó a estudiar Enfermeria. Apenas empezó la carrera, se amigó con un compañero de curso y nunca se imaginó quien sería: el jefe de Cuerpo de Bomberos de Allen, Roberto Sura.

Así, mate y estudio de por medio, comenzaron a entablar una fluida relación. Roberto lo invitaba a estudiar al cuartel. La primera noche de estudio, casualmente a las 3 de la madrugada sonó la alarma de incendio.  

Ese día y a esa hora marcada por el destino, Marcelo colaboró desde afuera y le bastó para saber que esa era su vocación. Así empezó su historia como bombero voluntario. También desarrolló un interés por los medios de comunicación e ingresó a trabajar en Radio Armonía de Allen.

En 1988 realizó el curso de aspirante y a los meses prestó juramento. Fueron cinco años de servicio en Allen, hasta que conoció a Irene y se casó en 1993. Juntos se fueron a vivir a Roca donde permanecen hasta el día de hoy. Luego nacieron sus hijos, Gastón y Kevin.

Vivió hechos trascendentes durante sus 23 años de servicio en Roca. Además del incendio en Oldelval, hubo dos accidentes de tránsito que están guardados para siempre en su memoria.

El más trascendente fue un accidente de tránsito en 2004 en la Ruta 22 cuando tuvo que rescatar a un hombre atascado luego de un vuelco.

La cabeza de la víctima estaba apretada entre el techo del auto (ruedas hacia arriba) y el asfalto. Marcelo metió su propia cabeza debajo del rodado -en la misma posición que el hombre- para calmarlo y decirle que tuviera confianza, que lo iban a sacar. Estuvo más de 50 minutos, hasta que lo sacaron con vida.

Uno de los más tristes ocurrió también en un accidente de tránsito. Tuvo la difícil tarea de sacar a un bebé sin vida dentro del auto en la parte de los pies del asiento del acompañante. Ese impactante hecho vuelve cada tanto como un oscuro recuerdo.Marcelo, amante de su familia, tiene un amuleto de la suerte. Es el chupete de uno de sus hijos que adorna su casco y lo acompañó en los peores momentos. Aún en el escenario más difícil que le tocara, siempre había que volver, por la familia.  

“No se puede saber a cuantas personas ayudaste porque cada vez que salvas una vida, estas salvando a su  familia, un puesto de trabajo. Es una cadena, porque detrás de una persona hay cientos de personas más”, relató el bombero.

Ser bombero es dar “amor servicial”, destacó a pocos días de su retiro. “El valor más importante es ayudar sin importar a quién ni cuándo, en cada momento. Dejar de lado tus cosas, responsabilidades, familia, aniversarios, cumpleaños”, contó con nostalgia.

“Mi familia fueron los bomberos”, relató emocionado tras balancear toda una vida de servicio. Agradecido sobre todo a su familia de sangre, dijo que se retira “por la puerta grande”. Homenajeado, Marcelo se jubiló con honores, como no es común, orgulloso de servir al cuartel de bomberos de Roca. (ANR)

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