17/05/2016

Conocé al brasileño que vive a la intemperie, en la barda de Roca

No habla español y ha sobrevivido con la ayuda de los vecinos. Un nylon y una frazada envuelta en barro lo ayudan a resguardarse de la lluvia y el frío. Lo único que nos dejó fue una canción en forma de agradecimiento. (video)

Conocé al brasileño que vive a la intemperie, en la barda de Roca

*Por Luis Leiva

 

Unos enormes ojos claros y una amplia sonrisa se esconden atrás de una barba que debe tener unos cuantos meses. Apenas lo saludo intenta pararse pero no hace mucho esfuerzo y se queda acostado sobre una frazada envuelta en barro, y trata de esbozar una primera frase.
En medio del frío de la barda, al norte de Roca, este hombre improvisa una carpa con un nylon de color amarillo que le alcanzaron algunos vecinos. Trata de explicar algo y sonríe otra vez. Lo escucho con atención a pesar de que el portugués me es poco familiar.
Antes de empezar la charla saca un poco de tabaco de una bolsita y lo pone en un pedazo de papel grueso. Arma un cigarrillo con torpeza pero como si fuera un puro cubano lo enciende. Luego se consume entre sus dedos que acumulan una gruesa y densa capa negra.
A su alrededor hay una vieja lata quemada que parece haber oficiado de olla en un guiso donde sólo flotaban un par de fideos. Algunos atados de puchos y trastos viejos, terminan de pintar un escenario desolador.
Lo escucho y con la ayuda del celular y de una traductora de por medio, comienzo a entender algo de lo que pretende contarme José Mustafá Cordeiro. Así se llama este hombre de 65 años que desde hace un tiempo vive a la intemperie, a unos 500 metros al norte de la rotonda del aeropuerto Arturo Illia, sobre la Ruta Provincial 6.

Cuenta que hace muchos años partió de Río de Janeiro y que pasó por varios paises de Sudamérica. En medio de algunas frases poco comprensibles, relata que que tiene nietos y que necesita ayuda para viajar a Buenos Aires, y regresar a Brasil.
El frío de la zona de bardas interrumpe por algunos minutos su relato. Se acomoda en medio de la humedad y trata de comer un plato de ensalada que le acercó alguno de los tantos vecinos que lo visitan y asisten a diario. Algunos le llevan agua, otros un plato de comida caliente y, lo menos, le dejan algunos pesos para que pueda llegar a su destino algún día.

El viento no parece afectarlo mucho y en medio de algunas frases y sonrisas relata que quiere volver a su patria.
“Una vez me sacaron el documento y ya no lo tengo más”, cuenta en portugués este hombre, que agradece una y otra vez la atención de los solidarios vecinos de Roca. Nostálgico, sigue mirando al horizonte, un rumbo que por ahora aparece muy lejano.
José dice que “con la ayuda de los planetas y el cosmos, es feliz”, que con eso le alcanza para seguir viviendo.

La realidad es que en estas circunstancias y con las bajas temperaturas, es difícil que su cuerpo resista mucho más.
En forma de agradecimiento nos deja una canción.
“Que Dios te acompañe”, dijo en un claro español al final de la charla que sólo duró unos minutos.

Apenas se apagó la cámara, se acomodó de nuevo en medio del barro que envolvía su frazada, dejó salir una nueva sonrisa y se despidió con una mano en alto. (ANR)

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