17/04/2016

Oid mortales, el grito sagrado: libertad, libertad, libertad

¿Somos libres realmente? ¿Libres de qué? A grandes rasgos podemos decir que la libertad se relaciona con la voluntad consciente de elegir, decidir y actuar de acuerdo a un criterio propio y a la responsabilidad de dichos actos. Por Gustavo Marín

Oid mortales, el grito sagrado: libertad, libertad, libertad

¿Somos libres realmente? ¿Libres de qué? A grandes rasgos podemos decir que la libertad se relaciona con la voluntad consciente de elegir, decidir y actuar de acuerdo a un criterio propio y a la responsabilidad de dichos actos. Aunque la libertad total del ser humano es una utopía, ya que existen por un lado límites naturales, como el propio cuerpo (con su sexo, forma, color), el nacer en un contexto socio-político fijado, en determinada familia con su idiosincrasia. Y también existen otro tipo de limitaciones a mi libertad, como ser las leyes que rigen la sociedad en donde estoy, el nivel educativo que tengo (a mayor ignorancia, menor margen de elección), y trastornos psicológicos o físicos, y en menor medida concepciones erróneas que limiten mi capacidad de decidir libremente sin que lleguen a estructurarse como un trastorno, como por ejemplo temores, costumbres, mandatos familiares.

 Filósofos como Sören Kierkegaard y Sartre, señalaron la relación existente entre la libertad y la angustia y que esta última es una de las características de la condición humana. O sea, que la angustia va unida a nuestra conciencia de libertad.

Muchas veces escuchamos a personas que se quejan de no ser libres, de estar encarcelados en una forma de vida, en una relación de pareja, en un trabajo, en una ciudad, pero inferimos que, en general, somos nosotros mismos lo que caemos en esta trampa de no ser libres, porque el reconocernos libres, nos angustiaría terriblemente.Ser libre significa dejar de culpar a los demás de todo lo que nos sucedeser libre es hacernos responsables de nosotros mismos y de elegir dentro de las limitaciones que nos plantea el contexto.

Poseemos el derecho de volver a elegir qué rumbo queremos tomar en la vida, y esto es ejercer nuestra libertad, o podemos seguir quejándonos por todo lo que nos sucede, negando que de alguna forma (consciente o inconscientemente) contribuimos a crear muchos de nuestros problemas. Puede suceder que sean otros los que decidan por nosotros, y no estemos mal por ello, al contrario, nos sentiremos seguros y protegidos, pero es necesario ser consciente que aunque esta situación sea cómoda y nos quite angustias, en algún momento puede tornarse una dependencia, una pérdida de dignidad y autonomía, que lleve a un gran sufrimiento psicológico. En cambio si tenemos que decidir por nosotros mismos, nos enfrentamos a  la incertidumbre y a la posibilidad de equivocarnos y no tener a quien culpar, por ser responsables de nuestras propias elecciones. Entonces, ser libre, implica  pensar, sentir y actuar por sí mismo, ser el artífice de nuestra propia vida, hasta el fin, aunque esto conlleve cierta cuota de angustia. “A cada minuto, elección. Cada posibilidad tiene algo que la hace atrayente, pero cada una tiene su precio. Yo comparo una cosa con la otra y elijo. Y elijo, y elijo. Mientras los hombres y las mujeres no acepten su propia naturaleza y se den cuenta cabal de que son los autores, y no las víctimas, de su destino, todos sus esfuerzos están condenados.”

La libertad consiste en elegir una entre dos o más opciones.  Elegir implica perder, porque siempre algo queda fuera de mi elección, algo que tengo que dejar, soltar. Lo que nos hace libre es el elegir, no el que logremos todo lo que aspiramos. Y a veces lo único que podemos elegir, es una actitud, ya que la situación es totalmente desfavorable, como lo que vivió el Psiquiatra Victor Frankl a mano de los Nazi, y reflexiono que a veces una persona la única oportunidad que tiene es… en la actitud que adopte al soportar su carga.”   

El gran filósofo humanista Erich Fromm, escribió un libro  titulado “El miedo a la libertad”, y en el mismo dice: “El hombre  moderno no puede sobrellevar la carga que le impone la libertad, debe tratar de rehuirla.”

El autoconocimiento, el correr riesgos, el salir de la zona de confort, el descubrir y deshacer nuestros mandatos familiares y sociales, nos da libertad interior, y la oportunidad de elegir en conciencia, desde mi propia coherencia, si voy, o si vengo, o me quedo. Oid, mortales… 

[1] Bravo, Enrique (2000).  Amor y Pérdidas. Editorial Biblos. Buenos  Aires.

[2] Burgental, James (2000) Niveles ónticos del crecimiento terapéutico, citado en  Más allá del ego. Compilación Walsh  y Vaughan. Editorial Kairós. Barcelona.

[3] Frankl, Víktor E. (1995)  El hombre en busca de sentido. Editorial Herder. Barcelona. Texto I: Págs. 78-79

[4] Fromm, Erich (1998). El miedo a la libertad., Editorial Paidós. Buenos Aires

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