Día internacional de la mujer

| 08/03/2016

Sigue la deuda social y política con las mujeres trabajadoras

106 años de conmemoración y lucha siguen vigentes. El histórico 3 de junio sumó a los esposos, padres, hermanos y abuelos a la pelea social por los derechos de las mujeres y la conquista de políticas públicas.

Sigue la deuda social y política con las mujeres trabajadoras

Por Florencia Bark

La tradición de lucha de las mujeres no es algo nuevo ni está de moda. Las distintas problemáticas que nos atraviesan son históricas. Con el pasar de los años fue surgiendo un movimiento que se encarga de poner en la agenda pública las duras realidades y las aberrantes cifras del maltrato, la explotación y la violencia.

El ejemplo lo dieron las 130 obreras textiles de la empresa “Cotton” en Nueva York en 1908. Murieron incineradas mientras realizaban una huelga adentro de la fábrica. Reclamaban 10 horas de jornada laboral, descanso dominical e igual salario que los hombres.

Con fuego sus patrones pretendieron callarlas, pero no pudieron. El afán de lucha, la fortaleza y la tenacidad de las mujeres organizadas llegó hasta las últimas consecuencias: las llamas se extendieron y las alcanzaron provocándoles la muerte. Dos años luego, se proclamó el Día Internacional de la Mujer trabajadora durante la conferencia Internacional de Mujeres Socialistas.

Más de un centenar de años después la lucha de las mujeres sigue vigente, los derechos y la necesidades nunca se regalaron. En un contexto de inflación, despidos, precarización laboral y ajuste, como describen desde la Multisectorial de Mujeres de Roca, se renueva la consigna de las obreras textiles. 

Este contexto del que hablan es consecuencia de las medidas de los gobiernos de la última década, "que golpea con más fuerza a las mujeres por el hecho de ser mujeres, madres, jóvenes y por ser pobres” agregan. Un contexto social que genera violencia en los hogares, en el trabajo, en las parejas. Un abanico de violencias de todo tipo y tenor, hasta las más invisibles.

El 3 de junio de 2015 “Ni una menos” que surgió como una convocatoria de colegas periodistas que dieron en la tecla ante un problema que permanecía oculto puso sobre la mesa la realidad, exigiendo políticas públicas para que ninguna mujer más llegue a la muerte por violencia en manos de sus esposos, novios, ex parejas o cualquier hombre.

El gobierno de Cristina Fernández no se pronunció ante semejante movilización social, tampoco lo hace el actual presidente Mauricio Macri. Y no es algo nuevo, hace años que mueren mujeres por esta causa, sino es cuestión de ver el saldo de los últimos ocho años en números.

Las cifras de femicidios en Argentina

Según datos de la asociación civil “La Casa del Encuentro”, única entidad en el país que realiza este tipo de estadísticas “cada 30 horas muere una mujer por violencia sexista”  

De 2008 a 2014 se registraron 1808 femicidos -con un promedio de 250 por año- y en 10 meses de 2015, 233. Una de cada 4 muertes se produjeron por disparos de arma de fuego, en segundo lugar apuñaladas y en tercero golpeadas.

Así se empezó a hablar de “la declaración de la emergencia en violencia sexual y doméstica”. Como una medida de gobierno capaz de prevenir muertes mediante el destino de fondos públicos para refugios, casas de la mujer, profesionales para la contención y asistencia, entre muchas otras cuestiones que implicarían que el estado en todos sus niveles se hago cargo del problema social.

Las reivindicaciones actuales

Además de la emergencia, el movimiento femenino también le reclama a los gobiernos que existe una “deuda pendiente” en relación a las muertes por abortos clandestinos.

Por año se hacen 500.000 abortos clandestinos, 80.000 mujeres deben ser hospitalizadas y 100 mueren en el intento, según datos que aporta la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

En Argentina la ley de intervención voluntaria del embarazo fue presentada en reiteradas ocasiones en el Congreso pero duerme en los cajones del recinto, tampoco se debate sobre el tema.

El desmantelamiento de las redes de trata y prostitución, el presupuesto acorde para la real y efectiva implementación de la Ley de Violencia, igual salario por igual trabajo, reglamentación de la Ley de Jardines en los lugares de trabajo y de estudio siguen siendo las batallas que el movimiento femenino pretende ganar.

En cada rincón la modalidad es distinta pero la bandera es la misma que la de 1908, año en que las 130 obreras parecieran haber marcado un camino.

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